Primer manifiesto

TODOS ESTAMOS CANSADOS DE LAS MALAS TRADUCCIONES, aquellas que entran a los patios del habla corporativa y sacan a rastras a las palabras. Todos estamos cansados de esas redadas de ocurrencias lingüísticas que llegan a la pared de la página en blanco sin saber qué hacen ahí, cómo y por qué llegaron ahí. Todos estamos cansados de las malas traducciones. Por eso, es hora de dejar la responsabilidad de la traducción a los traductores profesionales, a los traductores expertos, a los traductores que aman intensamente la delicada tarea de trasladar una fuente a los jardines de otra lengua.

Comunicados permanentemente, los habitantes de este siglo nos hemos vuelto ubicuos, puerilmente ubicuos, angustiosamente ubicuos. No queremos perdernos un solo segundo de la discusión universal, del debate cósmico, del diálogo de sordos. Y lo cierto es que, a pesar de esta algarabía, vivimos tiempos en que las palabras no tienen tiempo; mejor dicho: son días en que no tenemos tiempo para las palabras. Por eso, porque no tenemos tiempo en nuestra omnipresencia, les tronamos los dedos a nuestros verbos, arrastrados por nuestras prisas, para que salgan mal peinados, desvestidos, atolondrados, cada uno de ellos con una tarjeta de licencia, que dice: Pero me entendiste, ¿no? A veces, ni siquiera elegimos los verbos, sino que simplemente los escupimos entre dientes, como escupimos el agua del enjuague bucal.

En LiberTrad® evadimos esas prisas y no nos salimos por la escotilla de nuestro submarino (ese vehículo nuestro que se sumerge en una fuente y emerge en las aguas de otros rumbos), porque no somos una maquiladora de traducciones. Nosotros jugamos con las palabras, las desarmamos, las volvemos a armar, las vestimos, las desvestimos, las obligamos a volar, las alimentamos, las apapachamos, las regañamos, las reivindicamos, las hacemos soltar la lengua, hasta que digan lo que tú necesitas comunicar.